10.5.09

CRISIS I CLÀSSICS: SIR BERTRAND RUSSELL.

Bertrand Russell, (1872-1970) escribió este texto en el año 1932 (!!!) y en él no dice que el único antídoto contra los desmanes de la plutocrácia és más educación y más democrácia. Las claves para salir de la crisis económica, financiera que estamos viviendo están, -como en la década de los años 30 del siglo pasado-, en manos de los gobiernos, puesto que es a ellos a quienes hemos otorgado la capacidad de legislar.

Ya sabemos lo que hace la derecha cuando gobierna en situaciones como estas, pero la izquierda, -ya sea desde el gobierno o desde la oposición- tenemos la obligación ética y moral de ofrecer un relato capaz de generar confianza entre la ciudadanía; capaz de ofrecer ideas y políticas públicas que esten siempre al servicio de los intereses colectivos y en contra (sí, en contra) de las plutocrácias.

Esa responsabilidad no es solo de los "altos gobernantes", sinó también -y mucho- de los gobernantes locales puesto que, si bien es cierto que de manera limitada, pueden priorizar los recursos públicos existentes para hacer frente a los dramas sociales que provoca la crisis. Y esa es también la responsabilidad de cualquier militante de un partido de izquierdas, esté su formación en el gobierno o en la oposición. Ellos y ellas, -los militantes- tienen un papel fundamental en tiempos como los que corren, puesto que son un punto de referencia para muchos de sus conciudadanos. Ahora es cuando los militantes de izquierdas debemos dar la cara con valentía, cada uno como mejor sepa, para decirles alto y claro a nuestras cúpulas dirigentes que no se cruce de brazos, que no digan que nada se puede hacer. Vamos a estrujarnos los sesos para luchar, ahora más que nunca, por los que más sufren. Vamos a abandonarlos precisamente ahora?

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“Los intereses de las finanzas, en los años recientes, han sido opuestos a los intereses públicos en general. No es probable que este estado de cosas cambie por sí solo. No es probable que una comunidad moderna prospere si sus asuntos financieros son conducidos teniendo en cuenta únicamente los intereses de los financieros, sin considerar los efectos sobre el resto de la población. Cuando éste es el caso, no es prudente dejar que los financieros persigan desenfrenadamente su beneficio privado...

“Dondequiera que los menos han adquirido poder sobre los más, se han apoyado en alguna superstición que ha dominado a los más....El ciudadano ordinario se queda mudo de espanto cuando le hablan de reservas en oro, emisión de billetes, inflación, deflación, reflación y todo el resto de la jerga.


Esta situación de incomprensivo respeto por parte del público en general es exactamente lo que necesita el financiero para que la democracia no le ate las manos.

Tiene, por supuesto, muchas otras ventajas en sus relaciones con la opinión. Siendo inmensamente rico, puede fundar universidades y asegurarse de que la parte más influyente de la opinión académica le esté sometida.

A la cabeza de la plutocracia, es el jefe natural de todos aquellos cuyo pensamiento político esté dominado por el miedo al comunismo.

Poseedor del poder económico, puede distribuir la prosperidad o la ruina a naciones enteras, según se le antoje.

Pero dudo que alguna de esas armas resulte eficaz sin ayuda de la superstición. Es un hecho notable que, a pesar de la importancia de la economía para cualquier hombre, mujer o niño, la materia casi nunca se enseña en las escuelas, y aún en las universidades la estudia solamente una minoría.

Además, esta minoría no aprende estas cuestiones como las aprendería si no hubiese intereses políticos en juego.

Hay unas pocas instituciones en que se enseña sin finalidad plutocrática, pero son muy pocas; en general, el tema se enseña siempre para mayor gloria del statu quo económico. Todo esto, imagino, está relacionado con el hecho de que la superstición v el misterio son eficaces para los que detentan el poder financiero…

Casi nadie sabe nada acerca de ellas, [las finanzas] excepto quienes se dedican a obtener dinero del actual sistema, y que, naturalmente, no pueden adoptar puntos de vista completamente imparciales.

Sería necesario, para resolver esta situación, que las democracias del mundo tomaran conciencia de la importancia de las finanzas y buscaran la manera de simplificar sus principios para que fueran ampliamente comprendidos.

Hay que admitir que ello no es fácil, pero no creo que sea imposible. Uno de los impedimentos para el éxito de la democracia en nuestra época es la complejidad del mundo moderno, que hace cada vez más difícil para el hombre y la mujer ordinarios formarse una opinión inteligente sobre cuestiones políticas, y aun decidir quién es la persona cuyo juicio experto merece el mayor respeto.

El remedio de este mal está en mejorar la educación y en dar con modos de explicar la estructura de la sociedad más fáciles de entender que los empleados actualmente. Todo creyente en la democracia efectiva debe estar a favor de esta reforma. Pero quizá no queden creyentes en la democracia, como no sea en Siam y en las regiones más remotas de Mongolia.

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